VENDIMIA

Construida y ubicada en mi imaginación. Situada en la planta 5ª se encuentra la habitación de la paz; sales del ascensor y un pasillo amplio te lleva a la entrada; solo yo, tengo llaves ni sé donde las guardo. Aparecen en mi mano cuando las necesito.

                Abro y lo primero que veo es una cristalera inmensa, a la izquierda un escritorio y centrado un sofá blanco de grandes dimensiones con una alfombra mullida; no hay un solo objeto de decoración, en frente del sofá una chimenea que casi siempre está apagada,a su lado los troncos bien organizados, troncos que te dejan ver en su corte, el interior de su vida y que te invitan a que tu hagas lo mismo.

          Completo silencio, dispongo de cuanto necesito. De manera mágica al traspasar la puerta, visto un traje invisible, yo misma soy invisible, sólo siento que estoy.

      En  mi mundo, ese, donde no hay laberintos, ni desorden, ni cáos, perfecta armonía. No tengo cuerpo, o si lo tengo, es liviano, transparente, etéreo,  no siento edad definida.

  El bienestar me embriaga, existen más de 3 dimensiones.. lentamente me acomodo enfrente del ventanal y donde se veía un bosque, ahora un mar, ahora el planeta tierra, ahora de niña jugando….

   Todas las imágenes tienen cabida, todas cuantas tengo en memoria, cobran VIDA, en esa ventana panorámica.

   De una forma que no falta detalle alguno, hay brisa, sol, sonidos del lugar…

  Por ejemplo mi padre que ahí, sí vive, mis recuerdos gratos con él, retazos dentro de la historia personal. Puedo rescatar, ricas risas, sonrisas, sorpresas, nacimientos, viajes,  personas,  triunfos , palabras  , sentimientos, emociones , acontecimientos un sin fin de melodías.
Las fantasías también cobran vida, todo es posible.

   En mi habitación de la planta 5ª no existe la muerte, ni el tiempo, el dolor, el hambre, inquietud, desesperanza, dinero…

  No, solo existe el bien, la paz, el sosiego gratificante, la hermandad…

  Allí, vendimio en los frutos de la energía hasta sentir la plenitud y renovación de las “partículas de mi ser”.

 Cuando me marcho,  nunca pero nunca, olvido cerrar la puerta.

Autora
tRamos