Salió de la consulta, cabizbaja llegó a la calle
y se detuvo -¿qué hago?- y aun siendo fumadora empedernida, primero llamó a su
amiga, un tono , dos, tres …mientras con movimiento mecánico buscaba el cigarrillo
en su bolso –no, ¿como le voy a poner un
wassap para preguntar si me atiende o no?, sencillamente no puede.
- Dudó , ¿estaba convirtiéndose el tema ya, en
paranoia?, ahora ya no bastaba con descolgar y marcar los dígitos, ahora
también pedía permiso para hablar, permiso para saber si esa persona ¿puede
dedicarte su tiempo?.
Caminaba y decidió : le llamaré y directamente le
preguntaré, así sin preámbulos: ¿me
quieres?.
Ya más no podía perder y el sentimiento de
tristeza tenía ahogada la garganta, momentos antes delante de la Psicóloga
su cara se transformó, notó como sus músculos se movían de forma involuntaria, una pena que le hizo
hacer pucheros hasta que se destapó una escasa lagrima. La tristeza subía desde
algún escondite de su pecho; sorprendida, apabullada y sin control alguno de
esa emoción intensa.
A él si le puso un wassap, rápido recibió
respuesta:
- cuenta
- ¿teléfono?
- si,
- ya ha pasado el mes y salgo de la consulta,
- ¡te necesito¡,
-dime
-¿me quieres?
- Si
Es resto de la conversación ha quedado enmarañada
en su cerebro.
Mientras escuchaba casi sin entender, ni que decía él, ni que
sentía ella, seguía invadiéndose de una profunda tristeza. Sus palabras , una enumeración
ordenada de consejos y motivos para levantar su ánimo salían de esa voz que le
recuerda a los narradores de los documentales de National Geographic y que ella adora, van suavizando su estado.
Desea hablar pero él continúa en su voluntad de ayudar hablando y hablando sin parar, - casi no importa que no
pare - es más comienza a interesarse por cosas personales de él. Existen ya momentos que se olvida de si,
y su atención pasa a la vida de él – aja, tiene incertidumbres, problemas, luchas e inquietudes, ¡oh pobre¡ – .
Que obsesión de pensar, que siempre está bien y no
pasa por sus malos ratos – de repente una alarma se enciende en su cabeza,
¿cómo? ¿ oyó, bien?, vuelve a tener stress a no tener tiempo, a
preocuparse…. no, no, no eso si que le causa miedo, eso si es que perjudicial
para su salud y ya comienza la transformación y sus sentimientos van pasando a
segundo plano.
El, no advierte nada y continúa con toda la
generosidad tratando de ayudar, ella le interrumpe para decirle:
- bien, ahora dime 48 cosas por las que me
quieres
- cuando el va enumerando unas cuantas…
- le detiene, ¡espera¡ yo quiero saber como conseguir que los demás
me quieran.
- su respuesta resumida, “SE AMABLE”, o así lo
percibe ella.
- no, no, no, no, ya no quiero ser amable con
quien me hace daño, podré ser correcta.
- tú no eres así.
- tú, no tienes idea de cuanto me equilibras y la
diferente persona que soy junto a ti.
- estoy llegando al trabajo, gracias, gracias.
- no hay de que, te siento mejor la voz, al
principio estaba más, más…???
- compungida
-si, efectivamente, siempre encontrando la
palabra adecuada
- ujummmm, un beso, te quiero
- yo también te quiero mucho
Al día
siguiente, así sin más, él le puso esta
maravillosa canción
Emili Sande
sus palabras en melodía me dicen:
- NO TE PREOCUPES, VERAS QUE TODO SE ARREGLA -
YO, LE CREO.
QUE TE DIRIA,
LAS COSAS MAS BONITAS
PORQUE TU ME DAS VIDA
ME GUSTA PENSAR QUE CONMIGO ESTARAS SIEMPRE
Autora
tRamos